Aya Alaa (izquierda) tiene 22 años y Aya al Faky (centro) sólo 20. Ambas son bloguers, miembros de los Hermanos Musulmanes y estudiantes de Comunicación en la Universidad del Cairo.
He estado charlando con ellas esta tarde, sentadas en un banco frente a la Facultad. Me han parecido dos chicas inteligentes, agradables y llenas de ambiciones e idealismo. Hablan de construir un mundo mejor a través del Islam y mencionan al líder de la no-violencia Mahatma Gandhi. Aya Alaa quiere ser relaciones públicas, formar algún día una familia 'musulmana' y contribuir a mejorar el mundo. Aya al Faky es más combativa. Planea ser periodista y sueña con hacer política. "Igual seré la primera mujer líder de los HM!", me ha dicho riendo, segura de sí misma.
Las conocía ya, pero habíamos hablado poco. Coincidimos en la Conferencia antiguerra del Cairo, en marzo, y las encontré de nuevo ante la oficina del fiscal de Shubra, cuando el blogoperiodista islamista Abdel Monem Mahmoud fue interrogado por segunda vez tras su detención. Habían ido para dar apoyo y denunciar la detención. Se saltaron las clases de la Universidad y aparecieron cargadas con una bolsa de enormes lápices confeccionados con cartulina, como símbolo de libertad de expresión.
Como muchos jóvenes islamistas, las dos Ayas son hijas de familias militantes de los HM, por lo que su pertenencia al grupo parece más una cuestión 'hereditaria' que de libre elección. Aún así, Aya me ha explicado por qué milita en el movimiento. "La manera que los HM entienden y representan el Islam es la más próxima al de profeta Mohamed, y a través de ellos podemos cambiar el mundo para mejor", ha dicho.
He estado charlando con ellas esta tarde, sentadas en un banco frente a la Facultad. Me han parecido dos chicas inteligentes, agradables y llenas de ambiciones e idealismo. Hablan de construir un mundo mejor a través del Islam y mencionan al líder de la no-violencia Mahatma Gandhi. Aya Alaa quiere ser relaciones públicas, formar algún día una familia 'musulmana' y contribuir a mejorar el mundo. Aya al Faky es más combativa. Planea ser periodista y sueña con hacer política. "Igual seré la primera mujer líder de los HM!", me ha dicho riendo, segura de sí misma.
Las conocía ya, pero habíamos hablado poco. Coincidimos en la Conferencia antiguerra del Cairo, en marzo, y las encontré de nuevo ante la oficina del fiscal de Shubra, cuando el blogoperiodista islamista Abdel Monem Mahmoud fue interrogado por segunda vez tras su detención. Habían ido para dar apoyo y denunciar la detención. Se saltaron las clases de la Universidad y aparecieron cargadas con una bolsa de enormes lápices confeccionados con cartulina, como símbolo de libertad de expresión.
Como muchos jóvenes islamistas, las dos Ayas son hijas de familias militantes de los HM, por lo que su pertenencia al grupo parece más una cuestión 'hereditaria' que de libre elección. Aún así, Aya me ha explicado por qué milita en el movimiento. "La manera que los HM entienden y representan el Islam es la más próxima al de profeta Mohamed, y a través de ellos podemos cambiar el mundo para mejor", ha dicho.
Hablando con ellas, no he podido dejar de pensar cuan diferentes son de la imagen habitual que de las mujeres islamistas se suele tener en España. Por supuesto, ambas llevan el velo islámico -lo consideran una obligación ineludible de cualquier musulmana- y denuncian -con timidez- algunas costumbres occidentales excesivamente liberales para su gusto. Sin embargo, me han parecido más abiertamente críticas con los "defectos" de los HM que los jóvenes islamistas que he entrevistado hasta ahora. Hemos hablado de lo que debería cambiar, y han sido claras y coincidentes en sus respuestas.
1) El papel de la mujer. "Los derechos que el Islam dio a la mujer en tiempo del Profeta no se respetan y se aplican con defectos. Las mujeres somos tan capaces como los hombres, pero no nos han dado la oportunidad de mostrarlo", han dicho.
2) La relación con la sociedad. "Los HM han de abrirse más a la sociedad, aceptar opiniones diferentes y ser más democráticos", han subrayado. "Ha sido a causa de cuestiones de seguridad, y las detenciones, de hecho hasta hace dos años no nos atrevíamos a decir que éramos Hermanos. Pero lo que no puedes hacer es encerrarte siempre en ti mismo porque para la sociedad eres un gran interrogante. Tienes que presentarte, decir cómo eres y cómo piensas, así te aceptarán".
Los jóvenes, han dicho, están intentando impulsar un cambio, y sobre todo, adaptarse a los tiempos que corren. Han puesto como ejemplo las relaciones entre ambos sexos dentro del grupo, hasta hace poco muy restringidas. "Dijimos que no. Podemos hablar, podemos salir juntos, dentro de nuestros límites islámicos, y ellos lo han entendido. Para nosotras, estudiantes de comunicación, era esencial poder trabajar con hombres".
Otro ejemplo: las relaciones con otros jóvenes representantes del espectro político egipcio, seculares o de izquierda. "Los veteranos vienen de la era de las ideologías y nadie quiere renunciar a sus puntos de vista. Para nosotros es más fácil. Estamos más abiertos a oír voces diferentes y nos formamos nuestra propia opinión en base a las otras. Ser sólo miembros de base nos da más margen de maniobra".
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