Magdy Saad está considerado uno de los jóvenes prometedores de los Hermanos Musulmanes o al menos uno de los que está destacando dentro del grupo. Me hablaron de él, visité su blog y le mandé un email proponiéndole una entrevista. Me llamó sin tardanza y se ofreció a traer a la cita a algunos de sus amigos, también bloguers y seguidores de los HM.
Nos hemos encontrado hoy a las 2.30 en el club del sindicato de médicos, en Giza. Me ha gustado el sitio. Es un lugar tranquilo, prácticamente no había nadie, y dispone de un restaurante flotante sobre el Nilo. Cuando he llegado sólo estaban Mohamed (25 años, médico) y, para mi sorpresa, tres chicas, estudiantes universitarias las tres, de poco más de 20 años, Shorouk al-Showaf, Somaia El Erian y Asmaa el Erian, hija esta última de Essam el Erian, uno de los más prominentes líderes islamistas de mediana edad. Con retraso han aparecido Magdy (29, marketing) y Ahmed Ibrahim (25, médico).
No sabía con qué me encontraría y no había preparado la entrevista. Quería charlar, conocerlos un poco, saber cómo son, cómo viven y cómo piensan. ¿En qué se diferencian los jóvenes de los veteranos? ¿Qué debería cambiarse? ¿Qué les preocupa? ¿En qué están de acuerdo y en qué discrepan? ¿Sobre qué escriben y para qué están utilizando sus blogs? Hablé hace unos días sobre ellos con la periodista islamista Eman Abdelmonem, y puso a Magdy, junto con el blogoperiodista Abdel Monem Mahmoud, como ejemplo de lo que ella llama “la tercera generación” de los Hermanos Musulmanes. “Son muy ambiciosos y son muy conscientes de los problemas de la sociedad. Se trata de una generación que ha conseguido cambiar la imagen de los HM y algunas ideas. No se puede hablar de conflicto, pero sí hay algunos roces”, me explicó.
Magdy Saad fue no hace mucho el motivo de un artículo en el periódico egipcio independiente Al-Masry Al-Youm, que sugería que los bloguers islamistas han iniciado una rebelión contra la vieja guardia del grupo, a la que acusan de exigir una obediencia ciega. Aunque Mohamed Habib, número dos del grupo, y él mismo desmintieron más tarde que haya disputas generacionales, Magdy Saad ha criticado, ni que sea saludablemente, algunas de las posiciones oficiales del movimiento en su blog, como es el caso, por ejemplo, del eslogan “el Islam es la solución”.
Supongo que el artículo hizo daño, porque a la que he abordado las diferencias generacionales, se han puesto a la defensiva. “Estás yendo por un camino peligroso”, me ha advertido Magdy (sonriendo). Había deducido por el hecho de que hubieran venido tantos, hombres y mujeres juntos, que tenían interés en darse a conocer y quizá desmontar unos cuantos estereotipos. No ha sido exactamente así. Querían, en realidad, negar que haya un conflicto interno en el movimiento… a pesar de las discrepancias. ¿Cuáles? No me lo han dicho.
Más interesantes que sus respuestas, sin embargo, ha sido estar con ellos y observarlos. Ellos son jóvenes profesionales; ellas son universitarias. Educados, agradables y, exceptuando a Ahmed, muy comedidos. Magdy luce una zabiba incipiente en la frente, símbolo de devoción, y ellas iban vestidas con hijabs de austeros colores pastel. Todos ellos tienen algún tipo de responsabilidad en el ámbito estudiantil (Shorouk, por ejemplo, es portavoz de las estudiantes de los HM en la Universidad de Helwan) y no todos pertenecen a familias islamistas (es el caso de Magdy y de Ahmed).
Van muy de vez en cuando al cine (al contrario que la mayoría) pero sólo a ver películas “permitidas por la religión”, ha dicho una de las chicas.Aunque han compartido zumos de mango, conversación y algunas risas, ellas se han sentado juntas en un extremo de la mesa, y ellos en el otro. No diría que sean amigos, la distancia que los separaba era más que física, pero sí parecen tener un objetivo compartido.
Nos hemos encontrado hoy a las 2.30 en el club del sindicato de médicos, en Giza. Me ha gustado el sitio. Es un lugar tranquilo, prácticamente no había nadie, y dispone de un restaurante flotante sobre el Nilo. Cuando he llegado sólo estaban Mohamed (25 años, médico) y, para mi sorpresa, tres chicas, estudiantes universitarias las tres, de poco más de 20 años, Shorouk al-Showaf, Somaia El Erian y Asmaa el Erian, hija esta última de Essam el Erian, uno de los más prominentes líderes islamistas de mediana edad. Con retraso han aparecido Magdy (29, marketing) y Ahmed Ibrahim (25, médico).
No sabía con qué me encontraría y no había preparado la entrevista. Quería charlar, conocerlos un poco, saber cómo son, cómo viven y cómo piensan. ¿En qué se diferencian los jóvenes de los veteranos? ¿Qué debería cambiarse? ¿Qué les preocupa? ¿En qué están de acuerdo y en qué discrepan? ¿Sobre qué escriben y para qué están utilizando sus blogs? Hablé hace unos días sobre ellos con la periodista islamista Eman Abdelmonem, y puso a Magdy, junto con el blogoperiodista Abdel Monem Mahmoud, como ejemplo de lo que ella llama “la tercera generación” de los Hermanos Musulmanes. “Son muy ambiciosos y son muy conscientes de los problemas de la sociedad. Se trata de una generación que ha conseguido cambiar la imagen de los HM y algunas ideas. No se puede hablar de conflicto, pero sí hay algunos roces”, me explicó.
Magdy Saad fue no hace mucho el motivo de un artículo en el periódico egipcio independiente Al-Masry Al-Youm, que sugería que los bloguers islamistas han iniciado una rebelión contra la vieja guardia del grupo, a la que acusan de exigir una obediencia ciega. Aunque Mohamed Habib, número dos del grupo, y él mismo desmintieron más tarde que haya disputas generacionales, Magdy Saad ha criticado, ni que sea saludablemente, algunas de las posiciones oficiales del movimiento en su blog, como es el caso, por ejemplo, del eslogan “el Islam es la solución”.
Supongo que el artículo hizo daño, porque a la que he abordado las diferencias generacionales, se han puesto a la defensiva. “Estás yendo por un camino peligroso”, me ha advertido Magdy (sonriendo). Había deducido por el hecho de que hubieran venido tantos, hombres y mujeres juntos, que tenían interés en darse a conocer y quizá desmontar unos cuantos estereotipos. No ha sido exactamente así. Querían, en realidad, negar que haya un conflicto interno en el movimiento… a pesar de las discrepancias. ¿Cuáles? No me lo han dicho.
Más interesantes que sus respuestas, sin embargo, ha sido estar con ellos y observarlos. Ellos son jóvenes profesionales; ellas son universitarias. Educados, agradables y, exceptuando a Ahmed, muy comedidos. Magdy luce una zabiba incipiente en la frente, símbolo de devoción, y ellas iban vestidas con hijabs de austeros colores pastel. Todos ellos tienen algún tipo de responsabilidad en el ámbito estudiantil (Shorouk, por ejemplo, es portavoz de las estudiantes de los HM en la Universidad de Helwan) y no todos pertenecen a familias islamistas (es el caso de Magdy y de Ahmed).
Van muy de vez en cuando al cine (al contrario que la mayoría) pero sólo a ver películas “permitidas por la religión”, ha dicho una de las chicas.Aunque han compartido zumos de mango, conversación y algunas risas, ellas se han sentado juntas en un extremo de la mesa, y ellos en el otro. No diría que sean amigos, la distancia que los separaba era más que física, pero sí parecen tener un objetivo compartido.
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